«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de nosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se glorie.»(Efesios 2:8-9)
La reflexión que les voy a compartir comienza con una pregunta:
Hay una contradicción entre Romanos 4:5 y Santiago 2:26???
A continuación les comparto ambas porciones de las Sagradas Escrituras.
Comienzo por Romanos capítulo 4, versículo 5:
…»mas el que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.»
Y ahora Santiago capítulo 2, versículo 26:
«Porque como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.»
Entonces:
Es necesario obras y fe, o el justo por la fe vivirá???
Hay una contradicción entre los pasajes citados???
No hay una contradicción.
Lo que sucede es que el que no es «nacido de nuevo», al no tener el Paráclito en su ser da obras de iniquidad: «obras de la carne», que son las que están descritas en Gálatas capítulo 5, versículos del 19 al 21:
«Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.»
En definitiva: nadie da talla.
Por lo tanto, el Espíritu Santo al venir a todos los que creímos, nuestra ánima que estaba muerta en nuestros delitos y pecados nos vivificó.
Entonces pasamos de dar obras de inmundicia, como lo expresa el profeta Isaías en el capítulo 64, versículo 6, a dar frutos del Espíritu.
Lo último, está establecido en la carta a los gálatas capítulo 5, versículos del 22 al 24:
«Mas él fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, tempanza; contra tales cosas no hay ley.
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.»
Conclusión:
Cómo perseveramos en el favor inmerecido, producto del sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo, y no en el pecado lo sustantivo en nosotros son los frutos de la gracia como consecuencia de estar en comunión con Dios.