Columna por Claudia Quintero
El año pasado se sumaron más de 30.000 nuevos empleados públicos. El personal público creció en este año de crisis pandemica, mientras que el sector privado se redujo drásticamente.
La pobreza y la indigencia aumentó, superando la primera el 42% en el último cuatrimestre del 2020, estimándose llegará al 50% en general y siendo hoy ya del 55% en las grandes urbes.
Se perdieron 25.000 pymes y más de 250.000 comercios cerraron durante el primer año de pandemia, todo el 2020. Cifra de cierre de pymes 25.000 que se duplicó, la misma cantidad cerraron durante los dos últimos años del macrismo. Total 50.000 pymes menos en estos 3 años.
La contracción y reducción de la actividad productiva en el sector privado trajo 5.000.000 de nuevos desempleados, llevando la tasa del 11% general, al 13%, 15 % y hasta el 25% según las zonas específicas. Alarma en Rosario.
Tenemos un estado enorme e ineficiente, que pesa cada vez más sobre las espaldas del raquítico sector privado del cual se nutre la súper estructura. Cuando hablo del sector productivo privado me refiero al conjunto que representa el 80% pequeñas y medianas empresas, profesionales y autónomos, no de la cúpula empresarial más poderosa del país ese 20% o menos que evade y contrabandea, no aporta prácticamente y se nutre igual que la estructura política de los de abajo, llevándose además subsidios a las industrias y créditos a tasas subsidiadas inexistentes para los demás.
La contribución del enorme estado a la población es casi nula, tan nula como los méritos y las capacidades de quienes forman parte de el ( teniendo poco o nada que ver si son profesionales ).
El poder Ejecutivo nacional, durante más de 100 años funcionó con 8 ministerios, con Macri llegó a 23, hoy tenemos 20.
En lo que va del siglo XXI, “la Administracion Pública Nacional”, núcleo de la estructura burocrática estatal, pasó de los 10 a los 20 ministerios, de 43 a 110 secretarías y de 58 a 170 subsecretarías de estado. Hoy existen centenares de direcciones nacionales y direcciones a secas de las diferentes carteras y lista 138 Organismos descentralizados sociedades del estado y otros entes dependientes, además.
El principal problema de tener un estado enorme en cantidad de empleados públicos en un organigrama imposible de plasmar y con altos costos de las estructuras, es la no articulación del trabajo y la escasez de recursos en las áreas para llevar adelante los programas necesarios para las transformaciones requeridas para que tengan sentido semejantes estructuras. El presupuesto asignando a cada área se esfuma con sueldos y demás costos de mantenimiento, sueldos que dicho de paso contrariamente a lo que debería ser, son mayores a los mejores del sector privado.
El segundo problema, no menos importante es que al estado funcionar como un motín de guerra, los militantes se vuelven “busca cargos” y se pierde la esencia de militar por creer en ideologías, principios, respeto y valores hacia partidos y/o personas. Solo llegan ( ademas de amigos y familiares ) los más vivos y los más dispuestos a matar literalmente a sus posibles competencias en la búsqueda por un cargo o ser elegido en listas, donde “el fin justifica los medios”. El partidismo y la ideología es un pretexto, es algo del pasado, no existe más, todo se reduce en negociaciones para llegar a un cargo público donde se busca salvarse a sí mismo y no contribuir al bien común que es el objetivo principal que debe perseguir la política. Obviamente que hay escasas excepciones por afuera de las dos grandes fuerzas políticas principales que se alternan el poder y ninguna sobrevive sin la otra, sin la bipolaridad que venden los medios porque también juegan para quedarse con una parte del motín de guerra ( el estado ) según a quien apoyen o la cintura que tengan para virar en el aire.
El personal que forma parte de esta enorme estructura estatal, funciona de cierta forma también como un lastre para el crecimiento y el desarrollo de nuestro país.
Hay estudios que vinculan el achicamiento del sector privado y de la economía con el aumento del tamaño del estado. Cuando el gasto público en Argentina superó el 30% del PBI, dejamos de crecer. El año pasado llegamos al 47%, casi la mitad de la totalidad de nuestra economía se la lleva el enorme gasto en el sector público. Claro está que influyeron los programas como los escasos IFE ( solo 3 en 10 meses ) y los ATP ( que cobraron hasta empresas como SWISS MEDICAL… ).
”Tenemos hoy 20 ministerios cuando países europeos como Italia y Francia tienen 12 y 14”.
Desde 1994 cada gobierno dibuja su propia estructura ministerial qué pasó en un siglo y medio, de 5 a 8 y de 8 a 23, modificando la constitución nacional donde hubo “amplio consenso político”.
El rango de la estructura política no es igual a eficacia ni la existencia de un ministerio garantiza la excelencia, de hecho Alemania no tiene Ministerio de Ciencia y Tecnología por ejemplo.
Hasta hace 50 años el empleo público total era de 3 empleados nacionales y 1,5 provinciales cada 100 habitantes en la Argentina. Una proporción semejante implicaría hoy menos de 2.000.000 de empleados públicos y tenemos 5.000.000 entre nacionales y provinciales.
Más del 30% del gasto público se destina solo a salarios, 25% a jubilaciones y 16% a distintas transferencias. Si agregamos los intereses de deuda, ( que deberían suspenderse hasta tanto se bajen los porcentajes vergonzantes y alarmantes de pobreza y desempleo ), solo queda un 8% para inversiones y obras que mejoren la calidad de vida de las personas y/ o la productividad en la economía.
Por este camino equivocado y con esta súper organización estatal que favorece la desorganización, el caos en el cual se hace imposible controlar el uso y el derroche de los escasos recursos económicos, ( porque el pacto hegemónico político empresarial facilita el contrabando y la evasión a gran escala, por lo tanto no recauda para el pais sino para ellos mismos, el empresario recauda y luego aporta en campañas, un sistema que se retroalimenta ), es una utopía pensar seriamente en programas para la protección y el cuidado del medio ambiente, entre los más necesarios luego de la reducción de la pobreza y el desempleo. Todo lo que se hace son parches y alimentar la ilusión de la gente.
Capítulo aparte: habrá que ver la legitimidad de los candidatos que impongan las súper estructuras partidarias y salir a reprochar los lazos de parentescos, apellidos y personas impuestas por aquellos aportantes del sector empresarial que sabemos contribuiría a empeorar la situación delicada del país. Tenemos un 80 % o más de legisladores elegidos por el poder político y económico y no por la gente, por lo tanto no hay representación política para los problemas reales del pueblo sino para que continúe el pacto político de los grupos de años, el económico concentrado y los medios más importantes, hoy todos incluidos en el pacto hegemónico de saqueo y entrega de los recursos de nuestro país.
No hay elecciones democráticas, la gente elige a candidatos del poder que iluminan los grandes medios, los genuinos, no existen.
Para pensar si corresponde hablar de elecciones, o si deberíamos suprimir ( bajar el gasto ) como hicieron en Europa el año pasado. 127 diputados y un tercio de los senadores menos, hasta tanto no mejoren los índices económicos ( no verso de repunte industrial ), el de la pobreza y el desempleo.