Los artistas como Aristimuño son impredecibles. Sin plantear un espectáculo a base de hits, ni con una parafernalia descomunal, el músico logró alucinar al público rosarino presentando SET I la noche del 7 de diciembre en el Teatro El Círculo, lugar que por su acústica milimetricamente cuidada y un sonido envolvente como pocas salas de Sudamérica tienen, fue ideal para éste espectáculo unipersonal.
Pasadas las 21,15 se apagaron las luces y tras una ovación inicial Aristimuño se sentó en el centro del escenario, solitario y secundado por un par de guitarras y sintetizador para programaciones electrónicas. El extenso preludio sonoro que antecedió a “Señal I”, logró poner en clima al público que a lo largo de toda la velada se mostró respetuoso y entusiasta, participando en los momentos adecuados en éste recorrido melódico con diferentes trazos y pulsiones emocionales, con lugar para lo emotivo, para el canto, y para la quietud absoluta en los instruméntales.
“Ustedes son mis compañeros, son mi amor por la música”, dijo el artista ni bien comenzó el show demostrando una enorme gratitud y calidez en su reencuentro con el público rosarino que colmó todas las butacas del teatro. Así sonaron “Tres Estaciones”, “Me hice cargo de tu luz”, “Sombra I” y “Loop”, éstas últimas de su reciente álbum Criptogramas. Solos de guitarra que ejecutó con suma maestría y amalgamado con sonidos electrónicos de base e instrumentación pregeabada, lograban versiones poco habituales de todos los temas.
La emotividad se hizo presente con “Green Lover” dedicada a las Madres de Plaza de Mayo y a su fallecido amigo, el artista Gabo Ferro, que fue homenajeado con un respetuoso aplauso. La oportunidad resultó perfecta para darse el lujo de interpretar canciones de su repertorio poco frecuentes en el setlist de sus conciertos, como “El Beso” del disco 39 grados y la folclórica “Hojas de Camino” de Ese Asunto de la Ventana.
“Tu nombre y el Mío” fue precedida por una extensa introducción que Aristimuño fue creando de a poco con exquisitez en los detalles jugando con distorcionadores de voz y el efecto eco. El espectáculo de luces estáticas acompañaron a la perfección igual que a lo largo de todo el show, llegando así a uno de los puntos más álgidos de la noche. Luego, con un tenue halo de luz en escena interpretó “Cuenta” para después poner al público a cantar con “Algún Lado”.
“Blue” sonó en una versión más distendida como para ir promediando el show, seguida por la coreada “Azúcar del Estero” que sirvió de antesala para el falso final con “Pozo” y “La Última Prosa”. El músico dejó el escenario pero su público no lo dejaría ir. Así regresó para los bises: ”How Long?”, y una sublime versión de “Canción de Amor”.
Dos horas de concierto, él solo. Lógicamente los rosarinos se quedaron con ganas de algunas melodías más, pero no por eso insatisfechos. Éstos músicos poseen un repertorio tan amplio que sería casi imposible complacer a cada espectador con su deseo personal y específico. Siempre va a faltar alguna y siempre habrá oportunidad para escuchar más, mientras tanto el objetivo de proponer un viaje sonoro fue más que logrado, y Lisandro Aristimuño necesita solo de sí mismo, su pureza y su versatilidad para lograrlo.