Voy a citar del Evangelio de Mateo del capítulo 7 los versos 13 y 14:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
A manera de reflexión:
La puerta estrecha y el camino angosto no son una opción sino algo imperativo.
La puerta es la cruz y el camino Jesús.
Esto que acabo de afirmar se corrobora en dos porciones de las Sagradas Escrituras:
Lo primero, en el Evangelio de Mateo capítulo 16, verso 24:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en los de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.”
Lo segundo, en el Evangelio de Juan capítulo 14, verso 6:
“Jesús les dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
El Apóstol Pedro, que había negado al Señor por temor tres veces, ya con la autoridad y poder que Dios Espíritu Santo le había otorgado asegura, después de haber sido encarcelado junto con Juan por testificar acerca Cristo, ante las mismas autoridades políticas y religiosas que habían pedido la sentencia de muerte para Jesús, lo que está plasmado en el libro de los Hechos, en el capítulo 4, verso 12:
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
En definitiva: El único que nos puede conducir a la vida eterna es Jesús y para ello hay que enfocarse en la cruz.
Tomar la cruz es crucificarnos cada jornada de manera sana y no en forma neurótica.
Tomar la cruz no significa que te pasen por encima o que traten como un tonto.
Tomar la cruz es una postura ante lo cotidiano.
Tomar la cruz, por ejemplo, en el caso de un profesional de la salud, es estar en una clínica, un sanatorio o un hospital cumpliendo con su deber aún a costa de contagiarse de alguna enfermedad que potencialmente lo lleve a perder la vida.
Tomar la cruz es un compromiso con el prójimo.
En primer lugar, con nuestros familiares y en segundo término, con las personas de la comunidad donde nos tocó nacer o nos hemos afincado.
Satanás a través del sistema mundo va a intentar destruirnos, ya que como afirma Pablo en la epístola a los Efesios capítulo 6, verso 12:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Concluyendo:
No es la persona que nos denosta, no es la circunstancia que nos invita a claudicar, son las fuerzas diabólicas tratando de matarnos.
Para contrarrestar lo pretérito, tenemos el aval del cielo mediante Jesucristo y su obra consumada en el Calvario. Éso hizo posible que Él viviese en nosotros, los que le hemos recibido por fe, en la Tercera Persona de la Trinidad.
Por lo tanto, tenemos un potencial muy grande, como manifiesta el ungido de Tarso en la misiva a los Colosenses en una de las frases del verso 17, del capítulo 1: …”Cristo en nosotros, la esperanza de la gloria”.
La victoria, el gozo y la paz, no dependen de las circunstancias.
Podemos estar en un campo de concentración guardar la dignidad, estar en paz y tener gozo.
Esto último, es algo que desde lo natural es imposible, pero para nosotros no lo es, porque no dependemos de la lógica humana sino de la divina.
Suscribe: Marcelo G. (Para lo periodístico: Margal: conductor y realizador del programa COMO PEZ EN EL AGUA, que se emite los viernes a las 23:00 hs por la 93.5 fm Radio del Plata Rosario)
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