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SU REINO NO ES DE AQUÍ

Voy a citar del Evangelio de Juan del capítulo 6, los versos 14 y 15, y después les hago un comentario.

«Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.»

Lo que acabo de transcribir me lleva a reflexionar lo siguiente:

Los judíos no entendieron que el propósito del Señor no era liberarlos del yugo Romano como lo había hecho Moisés en el Antiguo Testamento de la esclavitud de los Egipcios.

El propósito de la encarnación del Señor era darles libertad de algo que ningún mortal podía hacer del pecado y por consiguiente de la muerte física y espiritual, producto de la caida.

Es por eso, que Dios se hace hombre para zanjar el abismo que había entre la deidad y los mortales, mediante la entrega sacrificial en el Calvario.

En definitiva:

Una revolución a través de las armas puede dar una liberación en el plano físico; pero los que son beneficiados con la misma si no tienen a Jesús en su corazón, en el mejor de los casos, podrán tener un nivel de libertad en la nación que nacieron o adoptaron como propia, pero jamás un alma vivificada por el «pan de vida» que es Cristo en los creyentes.

Lo pretérito, lo expone muy claramente en la carta a los Colosenses capítulo 1, versos 26 y 27:

…»el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de su gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.»

¿Cuál es el misterio del que habla el Apóstol?

Lo que Pablo estaba cumpliendo con su asignación: era dispensar el misterio de Dios entre los gentiles, el secreto ya revelado sobre la obra redentora de Cristo, gracias a la cual judíos y gentiles han sido unidos en él.

Concluyendo:

Lo que he expuesto anteriormente, es lo que el ungido de Tarso puntializa en la epístola a los Corintios capítulo 1, versos 21 y 22:

«Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha dado las *arras del Espíritu en nuestros corazones.»

*Arras: (Gr. arrabon; transliteración del Hebreo jerabon, «prenda»). Término que, tanto en el AT. cómo en el NT., se usaba en un sentido legal para indicar una primera cuota, un depósito o una persona con la que se obligaba a pagos adicionales futuros.(Gn.38:17-20)
Pablo afirma que el Espíritu Santo se da a los creyentes como una prenda o garantía de su herencia futura.(2Co.1:22; 5:5; Ef. 1:13-14; Ro.8:15-17)

Suscribe Marcelo G. (Para lo periodístico: Margal: conductor y realizador del programa COMO PEZ EN EL AGUA, que se emite los viernes a las 23:00 hs por la 93.5 fm Radio del Plata Rosario)

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