Que las provincias reciban más plata por la vía de la coparticipación que por recaudación propia es sumamente relevante. La coparticipación no solo genera profundas distorsiones en la distribución de los fondos públicos (la más notable es la exagerada transferencia de recursos desde la provincia de Buenos Aires a las provincias del norte), sino que además distorsiona los incentivos de los gobiernos provinciales.
Dejando de lado Tierra del Fuego, las tres provincias más beneficiadas por la coparticipación son Catamarca, Formosa y La Rioja, en ese orden.
Reciben, por habitante, casi 3 veces más que el promedio de las provincias. Pero, según el Censo 2022, se observa que:
En Catamarca el 23% de los hogares no tiene piso de material, el 45% no tiene cloacas y el 81% no tiene gas de red.
En Formosa el 38% de los hogares no tiene piso de material, el 58% no tiene cloacas y el 97% no tiene gas de red.
En La Rioja el 19% de los hogares no tiene piso de material, el 38% no tiene cloacas y el 83% no tiene gas de red.
La coparticipación benefició a los dirigentes de las provincias más pobres y empobreció a su población. Por eso, a manera de reparación histórica, es recomendable contemplar un Fondo de Convergencia. Recursos aportados solidariamente para que las provincias más pobres ejecuten un plan de desarrollo. El Fondo debería operar como una transferencia condicionada, no como un “cheque en blanco”, como es la coparticipación.
Por: Leonardo Piazza
Vía: LP Consulting