La columna de Carlos Del Frade
Las Malvinas fueron usurpadas en 1833 en un operativo conjunto entre ingleses y estadounidenses. Doce años después vinieron por el Paraná. Todavía sobrevive la memoria en el dorso de los viejos billetes colorados de 20 pesos que muestran la ajada imagen de Juan Manuel de Rosas.
El Paraná es la principal vía de exportación e importación de América del Sur. Para negocios legales e ilegales. Ahora el imperio quiere adueñarse económica, financiera y militarmente de las aguas marrones de la vía troncal del Paraná–Paraguay.
La cada vez más abierta participación del embajador norteamericano, Marc Stanley, en la política económica argentina generó que la Cámara de Diputados del Chaco emitiera la resolución 1.630 del pasado 14 de septiembre de 2022 en la que rechaza el doble anuncio de supuestas inversiones estadounidenses y presencia militar en la vía troncal de los ríos Paraguay–Paraná por considerar que se trata de una amenaza contra los intereses regionales.
Agregan que la “introducción de inversión financiera de Estados Unidos en la Hidrovía Paraguay Paraná y presencia militar norteamericana en el tramo paraguayo… amenaza directamente a los intereses económicos de nuestro país por la implicancia del control del territorio y de los capitales que la elaboración de un Plan Maestro para la Navegabilidad del Río Paraguay y pueda significar para la región”.
Sostienen, además, que es necesario “resaltar el interés geopolítico por la hidrovía y la triple frontera por parte de las autoridades estadounidenses”, hecho que “pone en peligro estrategias de comunicación , económicas y políticas del país y la región con el resto del mundo”.
La cámara chaqueña remitió copias de esta resolución a los ministerios de relaciones exteriores, comercio internacional y culto de la Nación y al Congreso Nacional.
El imperio viene por nuestras aguas marrones. Alguna vez debería florecer la soberanía política como insumo básico y cotidiano de nuestros gobiernos… esta es una buena ocasión.