Creo que todos en algún momento cometimos el error de mentirnos a nosotros mismos, generalmente pasa con una relación de pareja, pero también se puede querer ocultar que algo esta mal, en una relación Padre hijo, amigos, compañeros.
Sabemos que algo no está bien, no está todo claro, sabés que no está bueno que así sea, viene tu mejor amigo y te lo dice porque se dio cuenta, vos tratas de disfrazarlo, de adornarlo, de tal manera que no se note que como la otra persona lo ve, es así, dar la razón o reconocerlo, sería dejar en evidencia que el otro, no es tan atento, ni tan bueno como yo lo dibujé. Sería reconocer que la relación no es tan armoniosa ni tan buena como yo contaba.
Comienzo a mentir y lo peor que me miento a mi mismo, en lo profundo de mi ser, se que me estoy autoengañando, no quiero asumirlo, prefiriendo negar la realidad buscando excusas o justificando acciones que tarde o temprano, terminarán explotando y destruyendo la relación, porque nada fundamentado en el error, en la mentira, puede sostenerse en el tiempo. No se puede tapar el sol con una mano, el entorno ve claramente todo, fingen creer para no dañar, sin darse cuenta que el peor de los daños ya fue ocasionado por uno mismo cuando comenzamos a disfrazar situaciones que eran demasiado claras y que nada podía ocultarlas.
Al cabo de un tiempo sale todo a la luz, es preferible comenzar a abrir los ojos aceptando que la relación no está bien, la negación de un problema solo logra agravarlo sin permitir salvarlo, si no por el contrario, será demasiado tarde, si no se hubiese perdido el tiempo y se hubiese dialogado con la verdad, sin ser tan contemplativo y permisivo, dando como resultado que la relación termine siendo una gran mentira que uno mismo armó, la creyó, por no querer aceptar lo que realmente era.
Siempre aunque duela, LA VERDAD es lo más sano y toda herida con el tiempo será sanada.
Nancy Aguilera Caviglia-Periodista.