El domingo pasado 24 de marzo, se conmemoro el «Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia». Un feriado inamovible que marca el aniversario de la última dictadura que gobernó la patria entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.
Voy a citar un pensamiento de Adolfo Pérez Esquivel que es parte de una carta que escribió para el 30 aniversario de lo que en esta jornada estamos recordando:
«La memoria nos ayuda a iluminar el presente y a generar el futuro en la vida de los pueblos y en nuestra propia vida…»
Lo anterior, me lleva a pensar como llegamos a tener una dictadura militar de las características de la del golpe de Estado de 1976.
Para comprender lo que sucedió hay que situarnos en la época, es decir, en el contexto histórico, social y político de entonces.
El mundo estaba determinado por la llamada «guerra fría» entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
América latina era marcada por esa puja y las Fuerzas Armadas estaban instruidas en la «Escuela de las Américas».
Dicha institución militar del ejército de Estados Unidos, fue creada a mediados de 1941, en Panamá.
En los comienzos, se la llamó «Centro de Adiestramiento Latinoamericano del Ejército de los Estados Unidos».
La finalidad de la misma, era formar militares siguiendo la doctrina de la seguridad nacional, cuyas tácticas militares incluían los métodos de contrainformación, interrogatorio, guerra psicológica, inteligencia militar y acción de contra-insurgencia.
En lo que hace a lo económico nuestro país había sido asignado por la llamada «Trilateral» para ser una nación proveedora básicamente de materia prima.
Para que lo narrado fuera viable era necesario un gobierno de facto, ya que los liberales en lo político y económico, en aquel momento, no podían acceder al poder por vía democrática.
Lo que facilitó que ésto fuese posible fue el hecho de la falta de idoneidad de María Estela Martinez de Perón y la creciente escalada de violencia terrorista en la que estaba sumida la República.
Todo lo que he expuesto desencadenó el golpe cívico militar.
Cuando este se produjo hubo un implícito apoyo de gran parte de la ciudadanía, sin discernir lo que vendría después: la noche más oscura del siglo XX, para nuestro terruño.
En el libro «El Dictador» de María Seoane y Vicente Muleiro publicado en el 2001 Videla expresa lo siguiente:
«No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad Argentina no se hubiera bancado los fusilamientos (…) No había otra manera. Todos estuvimos de acuerdo con esto. Y el que no estuvo de acuerdo, se fue (…)»
Lo que he transcripto me lleva a reflexionar lo siguiente:
Si el pueblo hubiese avalado una «ley marcial» en donde se condenase a muerte a todo aquel que hubiera cometido un acto terrorista: ¿qué hubiese pasado? Es contrafactico afirmarlo.
En cuanto que no había otra manera: no la había desde un gobierno sin el aval de la Constitución ni de la ley. Por lo tanto, las acciones aberrantes que cometieron no tienen excusa alguna, ya que no solamente mataron sino que también vejaron y torturaron a todos aquellos que eran sospechosos de ser parte de la guerrilla extremista.
Para terminar, voy a compartirles en primer término un artículo de Ernesto Sábato publicado en el diario Clarín en 1981. Y posteriormente uno de Mariano Grondona.
«La acción de las Fuerzas Armadas arrasó todos los derechos constitucionales y se respondió a los crímenes de los terroristas con los criterios de la represión (…) Hubo una inmensa mayoría de inocentes, cuyos únicos delitos eran ser amigos o compañeros de estudio de los probables criminales. Pero como si esto fuera poco, aquí tenemos abuelas de chiquitos que fueron transladados con los jóvenes padres y madres, o de los que nacieron en algún ignoto reducto de la tragedia.»
Ahora, un fragmento de lo publicado en «El Cronista Comercial » por Mariano Grondona con el seudónimo de «Guicciardini» en 1979:
«Desde los tiempos más antiguos, la doctrina política ha aceptado que hay solamente una situación peor a la tiranía: la anarquía.
En la anarquía no hay un tirano sino miles.»
Lo pretérito, aunque tenga un precedente ancestral es falaz.
Por dos motivos:
Porque ambas generan lo mismo: terror. Y también porque los tiranos tienen sus bizarros, que como en el caso de los militares del llamado proceso, no eran uno sino las Fuerzas Armadas de entonces en su conjunto.
Suscribe: Marcelo G. (Para lo periodístico: Margal: conductor y realizador del programa COMO PEZ EN EL AGUA, que se emite los viernes a las 23:00 hs por la 93.5 fm Radio del Plata Rosario)