Rosario se prepara para una jornada especial que invita a jugar, más allá de la edad y del lugar. Se trata de una tradición nacida de la propuesta de niñas y niños hace 27 años.
El juego como motor de cambio
La invitación de la jornada es para que todas las personas se tomen un tiempo para jugar, sin importar la edad, el lugar o con quién estén. La celebración se extiende a todos los ámbitos de la vida diaria: casa, trabajo, escuela, club, en familia, con compañera/os o incluso con desconocida/os. Se trata de una oportunidad para conectar con las pequeñas cosas que le dan sentido al cotidiano a través de la alegría y la espontaneidad del juego, ya que, como recuerdan las primeras consejeras y consejeros: ‘Jugar es cosa seria’.
Para que el espíritu de la fecha se haga realidad no se necesitan grandes preparativos ni eventos masivos. La invitación es a lo simple: basta con tomarse un breve recreo del día para un juego de cartas, recordar una payana, tutti frutti, saltar el elástico, o dibujar una rayuela en el piso.
El Día del Juego y la Convivencia es un recordatorio del derecho de las niñas y los niños a jugar de forma autónoma todos los días. La celebración va más allá de un simple festejo, promueve el juego como una forma de convivencia y un ejercicio de la democracia, y demuestra, a través de la praxis, que de momentos divertidos se pueden generar transformaciones significativas.
El proyecto La Ciudad de las Niñas y los Niños, del que surgió esta celebración, fue incorporado en la agenda de políticas públicas de Rosario en 1996 tras la visita a Rosario del pedagogo italiano Francesco Tonucci. Su visión de una ciudad segura y vivible para niñas y niños, que a su vez sería mejor para todas y todos los ciudadanos, sigue siendo la inspiración para esta y otras iniciativas.