Voy a citar del Evangelio de Juan del capítulo 10, los versos del 27 al 29, para hacer después un comentario.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dió, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Con respecto a lo que he compartido, les digo lo siguiente:
En primer término, el misterio de la Trinidad: un solo Dios te en tres personas (El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo). Algo que nuestra mente finita no puede comprender.
Luego dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”.
Los que somos sus hijos escuchamos lo que Él nos imparte.
Él se lo puede oír a través de la lectura de la Biblia, un predicador, una Teofanía, un ángel, una visión o un sueño.
Luego, expresa que nosotros le seguimos y que cuando le pedimos algo Él nos oye. Por lo tanto: nunca dejemos de orar, nunca dejemos de interceder.
El ejemplo más contundente de lo que he expuesto se evidencia en el Getsemaní.
En dicho lugar, el “Hijo del Hombre” al orar a su Padre venció espiritualmente a la muerte, al mundo, la carne y el mal.
Lo pretérito, se vió corroborado en el Calvario, cuando exclamó al expirar: “¡Consumado es!”.(Jn.19:30)
El Señor afirma luego, en la porción escritural que estoy desglosando: “que nadie las arrebatará de su mano.”
Aquí se cumple lo que sostiene el Apóstol Pablo en la carta a los Romanos capítulo 8, versos 38 y 39:
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Lo que acabo de transcribir, da cuenta de que el Creador nos amó desde antes de la fundación del mundo.
En su presciencia nos predestinó.
Esto último, el nombrado hombre de Dios lo describe muy bien en la carta a la que hice referencia en el capítulo 9, verso 15:
“Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me complaceré del que yo me complazca.”
En definitiva: como manifiesta un exegeta: “Nadie puede decir que es demasiado malo para que él le muestre su gracia.”
Lo que he compartido es la doctrina de la elección incondicional, que como bien lo recalca el comentarista, es la gran doctrina de la esperanza para el peor de los pescadores.
Dos ejemplos son el malhechor que estaba crucificado junto a Jesús y Saulo de Tarso (el que luego sería el Apóstol Pablo)
Como en los dos casos que les he traído a memoria, en su presciencia Dios, nos amó desde antes de la fundación del mundo.
¿Entonces el Eterno hace acepción de personas?
La respuesta es no.
Lo que sucede es que en su omnisciencia Él aun antes de crear todo lo que existe sabía cómo íbamos a responder a la gracia de la posibilidad de ser salvos por la fe.
Suscribe: Marcelo G. (Para lo periodístico: Margal: conductor y realizador del programa COMO PEZ EN EL AGUA, que se emite los viernes a las 23:00 hs por la 93.5 fm Radio del Plata Rosario)
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